APTITUD HÍPICA VENEZOLANA

APTITUD HÍPICA VENEZOLANA
HIPISMO PARA TOD@S

"Cuenta una vieja leyenda árabe que cuando Dios creó al caballo llamó al viento del Sur, tomó un puñado de él y, antes de convertirlo en materia, le dijo: “Tú serás el más noble y serás el más bello... volarás sin tener alas y triunfarás sin espadas”. Luego sopló y lo lanzó a correr por las praderas".

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DEBEMOS RECORDAR:

"Se prepara al caballo para el día de la batalla pero la victoria es del señor. (Proverbios 21:31)"

domingo, 30 de enero de 2000



Ruego equino

"A TI, AMO MIO, DIRIJO ESTA PLEGARIA".
"Dame alimento adecuado que compense mi desgaste y me permita cumplir con eficacia mis tareas: que no me falte el agua fresca y una vivienda aireada y limpia, con un lecho de paja seca en que pueda reposar cómodamente después de cada jornada. No descuides mi aseo y compostura, pues cuando veo mi pelo reluciente y sedoso, mis patas y mis crines bien cuidadas, siento una alegría que me impulsa y a trabajar. Si además, quieres colmarme, mándame una vez al año a un potrero, para gozar de un tónico solaz y regalarme en los pastales.



No te acerques a mí en actitud recelosa y hostil, porque al punto me alejaría desconfiado y temeroso. Con tu bondad, con la poderosa sugestión de tu voz y por estímulos como la caricia y el terrón de azúcar, es muy fácil conquistarme; mas por la violencia no esperes nada bueno de mí. Enséñame los medios de que te valdrás habitualmente para imponerme tu voluntad, sin cansarte de repetir tus lecciones y
sin exasperarte porque me cuesta aprenderlas.                           





Cuando ya sepa obedecerte a cada requerimiento y entregue toda mi energía, no me
agobies con apremio para exigirme todavía más. Si doy muestras de cansancio y de desasosiego durante mi servicio, te será fácil tranquilizarme: revisa la colocación de la montura o atalaje de las riendas, del freno y de la cincha; examina mis cascos y Herraduras.

Un buen régimen de trabajo o descanso mejorará el rendimiento de mi labor y prolongará mi vida en tu provecho. Siempre que realice faenas urbanas o campesinas, o emprenda largo viaje, o haga el arriesgado camino de la patrulla o el pintoresco de la cacería, a afronte la accidentada persecución del malhechor, o luzca mi agilidad y vigor en la cancha de polo y en el rodeo, o briosamente, dispute premios de saltos o de carreras, de resistencia o de adiestramiento, déjame obra con libertad regulada por tu experto conducción. Pero no estorbes ni enerves mi esfuerzo, cruzándome el cuerpo a latigazos, desgarrando mi carne con tus espuelas, hiriéndome la boca con rabiosos tirones de riendas.

En vez de aplicarme estos tormentos, que no prestigian tu linaje humano; en vez de humillarme y malograr mi carácter dócil y parejo, guíame con tu inteligencia y maestría, aliéntame con el coraje y sangre fría de tu ejemplo. Desde los más viejos tiempos, en
la paz como en la guerra, he sido fiel a tus semejantes. Por eso es que la bizarra estampa del caballo en los monumentos a los héroes, no es tan solo ornamento, sino un símbolo de lealtad, virtud que no ha sido quebrantada jamás por ninguno de mi estirpe.




Dueño mío: cuando tras largos años de servicio llegue la hora de mi decadencia, no me niegues amparo; líbrame del infortunio, el más grande que pueda caer sobre mí, de pasar a manos de quien no lleve en su corazón el amor hacia los seres humildes, y en el caso de dolencia incurable que me martirice, que sea mi buen médico veterinario el que piadosamente disponga de mi vida. Dios habrá de premiar tu buena obra de darme lo poco que necesito para ser feliz, ¡oh!, amo mío, y caballero..."

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